¿Sabías que...

Escrito el 08/09/2020
Sión OP


...EN LA PRIMERA PARADA OFICIAL, NUESTROS MISIONEROS SE TOPARON CON ALGUIEN DE SU TAMAÑO?

Su destino era la ciudad de Beziers. El obispo de esta diócesis era fiel a la Iglesia... pero, poco antes, estaba la región de Servián, donde el señor local, don Esteban, protegía abiertamente la herejía. Tan abiertamente, que en su castillo tenía hospedados a los dos principales cátaros de la zona. ¿Cómo no parar a hacerles una visita?

Estos dos jefes de los herejes eran nada menos que Balduino y Teodorico. A nosotros, obviamente, esos nombres no nos dicen nada, pero, en aquel entonces, estaban entre las personas más populares de la sociedad. Especialmente Teodorico.

Resulta que su verdadero nombre era Guillermo y había nacido y crecido como católico. Más aún, había sido ordenado sacerdote y había sido deán del cabildo de la iglesia catedral de Nevers; o sea, traduciendo a nuestro idioma, había ocupado un cargo al menos igual (si no superior) al de Domingo, subprior del cabildo de Osma.

Este hombre se había ido metiendo en jaleos cada vez más gordos de toda calaña, hasta el punto que tuvo que fugarse de su cabildo para huir de la justicia civil y eclesiástica. Fue entonces cuando se unió a los cátaros y cambió su nombre (tal vez como “signo de conversión”, pero es más que seguro que también era una jugada para despistar a sus perseguidores...). Los cátaros le acogieron con los brazos abiertos, y pronto fue ascendiendo hasta ser un ministro cátaro muy respetado y valorado... especialmente por sus ataques agudos y certeros contra la Iglesia.

En el castillo de Servián, Teodorico y su compañero Balduino no hacían otra cosa sino estudiar, comenzando por la Sagrada Escritura... y continuando por los puntos flacos de la Iglesia. Así pues, estos jefes no eran precisamente personas ignorantes, groseras o incultas. Se trataba de hombres inteligentes, hábiles y muy preparados. Unos auténticos campeones en las luchas dialécticas.

Cuando estos dos buenos señores se enteraron de la llegada del obispo Diego y sus compañeros, se miraron con una sonrisa entre compasiva y divertida. Los misioneros no se andaron con rodeos: venían a desafiar a los herejes a una controversia. Los cátaros aceptaron sin dudarlo.

Estos debates causaban una enorme expectación en la sociedad medieval. Es más, se puede afirmar que era uno de los pasatiempos favoritos. Las cosas funcionaban de la siguiente manera:

La controversia se realizaba ante todo el pueblo, ya fuera en la plaza o en una sala amplia del castillo. Los nobles y las damas importantes se sentaban junto al señor del lugar y, guardando una distancia considerable, en pie, encontramos al resto de la población, desde burgueses hasta campesinos. Y, en medio de estos dos grupos, los equipos enfrentados, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Un jurado estaba encargado, por decirlo de alguna manera, de contar los golpes (que el pueblo jaleaba con entusiasmo) y proclamar a los vencedores.

Obviamente era importante poder escuchar bien lo que se decía, por lo que, antes de comenzar, cada equipo elegía un portavoz. Por parte de los herejes, fue elegido portavoz Teodorico; por parte de los católicos, el obispo Diego.

La polémica en Servián fue encarnizada y sabemos que se prolongó, al menos, ocho días. De lo que se discutió durante tanto tiempo, no nos ha llegado absolutamente nada, para lamento de teólogos e historiadores. Tan solo nos ha quedado un pequeño detalle. En medio del ardor de la discusión, Teodorico, viendo que Diego rebatía incansable todos sus argumentos, espetó:

-¡Ya sé quién eres! ¡¡Verdaderamente has venido en el espíritu de Elías!!

A nosotros con tal afirmación ni se nos mueve la ropa, pero, para los cátaros, Elías era uno de los peores demonios de la Biblia. Diego sí que lo sabía, y, al punto, respondió a su adversario con un insulto a la medida:

-¡¡Y tú has venido en el espíritu del Anticristo!!

Para regocijo del público, los portavoces se enzarzaron entre insultos e injurias... y nada más terminar la sesión de ese día, el equipo católico tuvo una reunión de urgencia. Ellos querían evangelizar con la mansedumbre y el amor de Cristo... así que todos vieron conveniente dejar al obispo Diego en el banquillo para las próximas jugadas. El nuevo portavoz del equipo católico sería Domingo.

Aquella fue su primera actuación en público dentro de la misión. Y no dejó a nadie indiferente. Sabemos que su compañero cisterciense, el maestro Raúl, quedó muy sorprendido de su habilidad, de sus conocimientos... ¡incluso de su porte y de su forma de hablar, tan serena y segura!

El debate, por aclamación popular, se saldó con la victoria para el equipo católico y, como muestra de cariño y agradecimiento, cuando los misioneros se despidieron, el pueblo les acompañó... ¡¡nada menos que una hora de camino!! Prueba de que, realmente, no querían separarse de ellos...



-PARA ORAR

¿Sabías que... Cristo también espera de ti que seas un apóstol de la verdad?

Dice san Pedro en su carta: “Estad siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto” (1 Pe 3, 15-16).

Scott Hahn, gran estudioso, convertido al catolicismo de adulto, aseguró una vez que había aprendido más de nuestra fe discutiendo con sus amigos ateos que en la biblioteca. Decía que había leído mucho durante su conversión, y eso le había hecho descubrir las razones que hay detrás de cada afirmación de la Iglesia. Pero, en los debates con sus amigos, ¡había descubierto que había muchas cosas que no sabía! El hecho de no saber, no supuso para él un problema, sino un desafío: ¡encontrar nuevas respuestas a las nuevas preguntas!

Cada uno de nosotros estamos llamados a crecer en la fe, ¡tienes derecho a hacerte preguntas, y debes buscar las respuestas! ¡Cuántas veces nos dice el Evangelio que los apóstoles preguntaban a Jesús! ¿Y tú? ¿Le preguntas?

Estar abierto a tus preguntas y a las preguntas de los demás es una fuente de enriquecimiento. Eso mismo descubrió Domingo en estos debates, comenzando a forjarse ahí uno de los principios de nuestra Orden democrática: “No discutimos para tener razón, sino para llegar juntos a la Verdad”.

Domingo aprendió de los cátaros, incluso se inspiró en ellos... ¡pero eso lo dejamos para más adelante!

VIVE DE CRISTO

Pd: A partir de ahora, las controversias con los cátaros (y con sus “primos” albigenses y demás herejes) van a ser una constante en la vida de Sto. Domingo. Por ello, si quieres conocer algo más de la doctrina cátara, hemos preparado este artículo con sus tesis principales. Lo encontrarás aquí: