¿SABÍAS QUE…

Escrito el 08/05/2024
Sión OP


¿SABÍAS QUE… SANTO DOMINGO NO HIZO LAS LEYES DE NUESTRA ORDEN?

Como vimos el mes pasado, la histórica reunión en Prulla de Domingo y sus compañeros dio como resultado que escogerían la Regla de San Agustín como norma de vida. Resuelto ese problema, podríamos pensar que se da por cerrada la sesión y fin de la historia. 

Pues va a ser que no. En realidad, solo estamos empezando. 

La Regla de San Agustín es estupenda y maravillosa (y no es porque sea la mía, lo digo de verdad), pero tiene una peculiaridad que es al mismo tiempo una ventaja… y un problema. Esta Regla es lo más breve que puedes encontrar. Habla solo de aspectos generales, pero no menciona un solo detalle. Dice lo que hay que vivir, pero no indica cómo vivirlo. Por ejemplo: indica que todos los miembros de la comunidad deben vestir de la misma manera, ¡pero no dice qué tipo de vestido debe ser! 

Y es que, para ser exactos, san Agustín no pretendió jamás escribir una “Regla de vida monástica” ni nada que se le parezca. Este texto era en su origen una carta dirigida a una comunidad de monjas que andaban amotinadas contra la superiora de turno, armando una escandalera de la que se hacía lenguas toda la diócesis. El pobre obispo de Hipona escribe a esta comunidad de revolucionarias intentando apagar los fuegos y recordando los principios que deberían regir la vida de quien se ha consagrado a Jesucristo. 

Así pues, san Agustín trató de reflejar la esencia de cualquier vida totalmente entregada al Señor. Domingo conocía de sobra esta Regla. Era la que había vivido en Osma, y en la que había basado la reforma que llevó a cabo silenciosamente en el cabildo. El castellano amaba profundamente este documento; ahora solo faltaba concretar el nuevo estilo de vida de los predicadores. 

En vista de lo cual, Domingo propuso escribir entre todos un libro de “Costumbres” que, con el tiempo, pasaría a llamarse… ¡¡¡“Constituciones”!!! 

Y, sí, sí, todos estaban invitados a participar en la redacción: cada punto era comentado, discutido y, finalmente… ¡¡¡votado!!! Pongámonos serios: Domingo podría haber elaborado el documento sin ayuda de nadie, ¡¡¡habilidad y tablas tenía de sobra!!! Pero fue en ese momento cuando, solemnemente, proclamó: 

-Lo que concierne a todos, por todos debe ser tratado y aprobado(*).

¡¡¡Dime tú si no es un acto de confianza total!!! En vez de aferrar su obra, apropiársela, querer marcar el camino “a su manera”, nuestro amigo puso una vez más el futuro en manos del Señor… dejando el poder de decisión en manos de la comunidad. Creyó mucho más en el poder del Espíritu Santo, a quien invocaban antes de cada sesión, que en su propia intuición. Y, como el Espíritu es libre, una de las primeras condiciones para este crucial debate fue que se escucharía la opinión de todos, mayores o jóvenes, experimentados o novatos… ¡¡¡porque el Espíritu puede hablar a través de cualquiera!!! 

Ante tal alarde de confianza, aquí todos se arremangaron, asumiendo su responsabilidad, dispuestos a sudar tinta china y lo que hiciese falta para discernir la voluntad del Señor. 

El hecho es que Espíritu sopló con fuerza… mucha fuerza… porque, como en Pentecostés, los resultados de aquella reunión serían un auténtico terremoto para toda la Iglesia. Estamos ante el nacimiento de una Orden dedicada expresamente a la Predicación, fundamentada en la oración y el estudio. 


PARA ORAR
-¿Sabías que… el Señor sueña con un camino único para ti? 

Aquellos primeros frailes subrayaron con todos los colores posibles el valor de la formación intelectual ¡¡y esto era una innovación absoluta!! Lejos de allí, en Asís, Francisco y sus compañeros estaban estableciendo su modo de vida, ¡absolutamente diferente! El Poverello miraría siempre con cierta reticencia el estudio, así que, mientras los dominicos se moverían como peces en el agua entre los universitarios de las ciudades, los franciscanos gozarían entre la gente sencilla de los pueblos y aldeas.

¿Mejor, peor? ¡Diferentes! 

Como hemos comentado ya alguna vez en estas reflexiones, cada estilo de vida tiene sus peculiaridades, ¡¡¡y eso es lo que enriquece a la Iglesia!!! Más aún, el Señor quiere escribir con cada uno de nosotros una historia absolutamente original. Podemos admirar a los santos, como Domingo y Francisco se admiraban entre sí, pero, querer imitarlos, convertirnos en fotocopias, ¡¡es traicionar el sueño que Cristo tiene para cada uno!! 

“Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él“ (Gaudete et exsultate, nº 11). 

El Señor ha puesto en tu interior una perla preciosa y única… ¡¡¡tu misión es descubrirla y hacerla brillar para engalanar a la Iglesia!!! 

VIVE DE CRISTO 

(*) NOTA: Esta es una de las pocas frases que se sabe con certeza que pronunció sto. Domingo, y se convertirá en una frase crucial para el desarrollo de la Orden. Si quieres saber más, haz click aquí.