PARA AMPLIAR - Encuentra las 7 diferencias

Escrito el 08/10/2023
Sión OP


¿Conoces el juego de las 7 diferencias? Dos dibujos que parecen iguales… ¡pero tienen detalles distintos! 

Así es como ve mucha gente a un monje y un fraile: dos “cuadros” prácticamente iguales. El color del hábito en todo caso da algo de diferencia… pero sin mayor importancia. 

¡¡¡Nada más lejos de la realidad!!! Vamos a profundizar un poquito en este tema, sin embargo, vaya primero una aclaración. 

Me encantaría ponerme poética y decir con orgullo que “vamos a dar unas pinceladas” de contexto. Pero seamos realistas: lo que vamos a hacer es dar brochazos, lo justo para hacernos a la idea. ¿Que habría que profundizar más, que las cosas no son tan simples, que hay mil aspectos que habría que comentar…? Pues sí, yo no digo que no. Pero esto es un boceto. Por ello, no puedo dejar de invitar al respetable y sufrido lector a investigar más sobre el asunto. De veras que es un tema apasionante, pero en estos artículos no nos da la vida para tanto. Nos conformamos con salir adelante con un mínimo de dignidad… 

Hay mucha gente que confunde un monje con un fraile. Sin embargo, como hemos visto en este capítulo, las gentes de Tolousse tenían muy claro que Domingo y sus compañeros no eran monjes, aunque nadie tenía muy claro qué eran. Como entre ellos se llamaban “hermanos” (“fray”, del latín “frater”) muy pronto se les comenzó a llamar “frailes”, y así es como les llamaremos nosotros a partir de ahora. 

¿Cuáles son las principales diferencias entre un monje y un fraile? ¡¡Vamos a averiguarlo!! 


Diferencia 1 - Monasterio o convento 
Los monjes viven en monasterios; mientras que los frailes, en conventos. No solo se trata de un “cambio de nombre” para confusión del personal… también hay una remodelación de los planos (los conventos son más pequeños, con jardines o huertos más reducidos, edificaciones más sencillas). 


Diferencia 2 - Campo o ciudad
También se dio un cambio importante de ubicación: los monasterios se encuentran generalmente en lugares apartados, buscando la soledad y el silencio, mientras que los frailes establecerán sus conventos en las ciudades, entre el trasiego y cerca de la gente. 


Diferencia 3 - Estabilidad o itinerancia
Tal vez esta sea la diferencia más notable. Por regla general, el monje permanece siempre en el mismo monasterio (¡¡algunas Órdenes incluso hacen “voto de estabilidad”!!). Por el contrario, el fraile se caracteriza por ir de un lugar a otro llevando la Buena Noticia, tal y como Jesús indicó a los apóstoles: sin dinero, sin dos túnicas… Eso sí (y aquí viene la gran novedad de Domingo, nuestro apasionado estudiante) nuestros frailes tuvieron permiso desde el principio para tener libros propios, ¡¡y para llevárselos con ellos cuando se trasladasen!! Parece algo evidente, pero te aseguro en aquel entonces no lo veían nada claro… 


Diferencia 4 - Salvación propia o salvación del prójimo
La motivación principal que tenía un hombre del siglo XIII al hacerse monje era lograr la salvación de su alma. Lógicamente, también buscaba la salvación del mundo entero a través de su oración, sí, pero… digamos que eso era “un plus”. La tarea principal era la propia santificación, a cualquier precio. Esta búsqueda de la santidad también será importante para los frailes, pero ellos ven la propia santidad condicionada a la santidad de los hermanos. En otras palabras: su objetivo principal es “ganar almas” para Cristo. Y, evidentemente, eso solo es posible siendo no solo creyente, sino creíble; no hablando de la santidad, sino viviéndola. 


Diferencia 5 - Soledad o comunidad
Como decíamos al principio, fraile significa “hermano”; mientras que monje viene del latín “monachus”, que a su vez proviene del griego “monaxos” que significa “solitario, solo”. Aunque vivían juntos, los monjes subrayaban la importancia de la soledad. Los frailes, en cambio, consideran la vida común, el compartir y caminar con un solo corazón como un elemento esencial de su vida. No es solo vivir “juntos” (bajo un mismo techo), sino vivir “unidos” (bajo un mismo Espíritu). 


Diferencia 6 - Abad o prior
En todo grupo humano se necesita una persona que coordine, que dirija. Esto es cierto también en la vida religiosa, donde encontramos al abad (en el monasterio) o al prior (en el convento). De nuevo no es un simple cambio de nombre. Es un cambio de perspectiva sobre cómo se debe vivir el servicio de gobernar. 

“Abad” viene de “abbá” (padre) y remarca una relación paterno-filial entre el superior y el resto de los monjes. Aunque puede contar con la opinión de la comunidad, la última palabra la tendrá él, como “padre de familia”. Esta relación quiere ser imagen de la relación que tenemos con Dios Padre, y busca en los monjes una actitud de confianza. 

“Prior”, en cambio, viene de la locución latina “primus inter pares” que significa literalmente “el primero entre iguales”. ¡¡¡Esta sí que fue la gran revolución que impulsó Domingo!! Lo veremos más adelante, pero, como avance, diremos que fue el primero en la Iglesia (y fuera de ella) en diseñar un sistema de gobierno democrático. La autoridad reside en la comunidad, son todos los hermanos los que deben tomar las decisiones (“porque el bien elegido entre todos, es realizado por todos más rápidamente”), y la labor del prior es más la de coordinar, moderar y realizar, aunque también tendrá la última palabra en numerosos aspectos. Este modelo pone de relieve la responsabilidad y participación personal, y busca crear una relación de hermandad basada en el respeto, el diálogo, y la escucha de cada uno a los demás y al Señor. 

Diferencia 7 - Liturgia solemne o abreviada 
¡¡Esto ya sí que fue el no va más!! Si pones a los frailes a predicar, a celebrar sacramentos, a ir a clase, a estudiar, a viajar… dime tú de dónde sacan tiempo para todo. Domingo vio una solución muy sencilla: simplificar el gregoriano. La liturgia de los frailes, aunque digna y solemne, tendría que ser “breve”… ¡¡para dar espacio a la misión!! 

***

Seguramente a estas alturas monjes y frailes ya no te resultarán ni siquiera parecidos, ¡más bien parecen polos opuestos! Sin embargo, a veces los extremos se tocan, y prueba de ello somos precisamente las dominicas: vivimos en monasterios y tenemos prioras, somos predicadoras y contemplativas… Un curioso equilibrio que ha supuesto numerosos quebraderos de cabeza, pero que, al mismo tiempo, abre un amplio abanico de matices que nos enriquecen: ¡¡¡no hay dos dominicas iguales!!! 

VIVE DE CRISTO