¿SABÍAS QUE…

Escrito el 24/11/2020
Sión OP


...DOMINGO PLAGIÓ A LOS HEREJES?
 
Dice el refrán que “todo se pega, menos la hermosura”; y, sí, a fuerza de convivir en tierras de cátaros, ¡Domingo acabó pensando como ellos!
 
Bueno, no, vamos a aclararlo: siempre fue fiel hijo de la Iglesia, fiel a la doctrina católica. Sin embargo, aunque algunos miembros de la misión veían en los herejes enemigos a destruir, siervos de Satanás y cosas por el estilo, Domingo, en cambio, veía hermanos, hijos de Dios, confundidos, sí, pero igualmente amados por Cristo. Así que, mientras algunos abades, cansados de los escasos frutos de la misión, tomaban las armas al grito de “¡¡¡Guerra!!!”, Domingo observaba atentamente a los herejes, ¡para aprender de ellos!
 
En efecto, el joven castellano, que llevaba tantos años dando vueltas al sueño de la predicación itinerante, se había dado cuenta de que, en la práctica, su plan tenía ciertos errores. ¡Que no es lo mismo la Castilla soñada que la Castilla pisada, vamos!
 
Con el obispo Diego había imaginado crear grupos de misioneros que fueran de acá para allá llevando la buena noticia del Evangelio. Hasta ahí todo muy bien, sí, y eso era lo que estaban haciendo: llegaban a un pueblo, predicaban, había conversiones, y después… ¡¡se marchaban!! Y, obviamente, los nuevos fieles se quedaban más tirados que un Kleenex, llenos de preguntas sin resolver (que uno no se convierte en cuestión de una semana) y completamente abandonados a su suerte.
 
Domingo cayó en la cuenta de que el error de la predicación itinerante era precisamente… ¡la itinerancia! Supongamos que un convertido, al cabo de unos meses, quisiera hablar con los misioneros que le habían ayudado: ¿dónde les iba a encontrar? ¿Cuándo podría participar en una eucaristía? O imaginemos que necesitara un sacerdote para bautizar a su bebé, para casarse o confesarse, ¿dónde buscarlo en una tierra dominada por los cátaros? ¿Cómo contactar con ellos, si ni siquiera tenían casa fija?
 
Y de nuevo descubrimos la grandeza de Domingo, que no cerró los ojos a su propio error, sino que lo asumió, ¡y lo convirtió en parte de su éxito!
 
Analizando las experiencias acumuladas, era evidente que una predicación del todo itinerante no tenía futuro. ¿Qué hacer? Pues… antes de estar a rebanarse los sesos tratando de imaginar soluciones, lo que hizo Domingo fue… ¡ver cómo habían resuelto los cátaros a ese problema!
 
En efecto, los cátaros habían comenzado la predicación itinerante unos cuantos años antes, se habían enfrentado a los mismos problemas, ¡pero se podría decir que sus resultados eran de rotundo éxito!
 
Nuestro joven amigo se dio cuenta de que los cátaros no iban predicando sin más ni más por los pueblos: en ciudades o pueblos estratégicos, bien comunicados, establecían casas donde siempre permanecía alguno de ellos. Era algo así como un “centro de operaciones” para cada zona. Y, de este modo, cuando algún cátaro necesitaba hablar con “los perfectos”, ¡sabía de sobra dónde encontrarlos!
 
Lo más seguro es que, al caer en la cuenta de todo esto, Domingo sonriera imaginando la colleja que le habría dado su padre si hubiera estado ahí: ¿Cómo no se le había ocurrido antes? ¡Pero si él descendía de una familia de conquistadores castellanos! Cuántas veces su padre le había recordado de niño que el objetivo no es solo ganar terreno, ¡sino habitarlo, para no perderlo…!
 
Y así Domingo comenzó a rumiar la idea de establecer “casas de predicación”, exactamente iguales a las de los herejes, pero habitadas por predicadores católicos; lugares donde estudiar, descansar, y desde donde partir a nuevas misiones…
 
Él no lo sabía, pero, poco a poco, sin darse cuenta, gracias a los herejes, estaba dando forma a lo que sería la estructura base de la Orden de Predicadores.
 
 
-PARA ORAR
¿Sabías que… el Señor quiere enseñarte con todo?
 
Al fin y al cabo, no podemos olvidar que a Jesús también se le llama Maestro… De cada circunstancia, de cada persona con que te encuentres, ¡puedes sacar algo positivo, puedes aprender algo!
 
El punto está en ver la realidad con los ojos de Cristo: su mirada es siempre una mirada de amor, de comprensión. ¡Esa fue la clave que le permitió crecer a Domingo! Quien en los otros ve solo enemigos, jamás valorará todo lo bueno que puede aprender de ellos. Si en los demás ves hermanos, por muy distintos que sean de ti (y precisamente por eso) ¡pueden enriquecerte!
 
“Los ateos dicen que Dios no existe; los agnósticos dicen que Dios no habla; los cristianos decimos que Dios… ¡no calla!”
 
En cada circunstancia, en cada persona, Él te está esperando con una enseñanza nueva. ¿Estás dispuesto a dejarte sorprender por el Señor, venga por donde venga?
 
VIVE DE CRISTO