JESÚS EL HIJO DE DIOS, NACE EN BELÉN

Escrito el 25/12/2025
Sor Matilde OP


1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.  

2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. 

3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. 

4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, 

5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. 

6 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, 

7 y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. 

8 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. 

9 Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. 

10 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: 

11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; 

12 y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»

13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: 

14 « Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace. » (Lc. 2, 1-14)

 

Este Evangelio de Lucas nos presenta dos realidades irreconciliables: Dios que es Jesús y, un niño envuelto en pañales que, también es Jesús,el Hijo de Dios. Y como esto escandaliza a cualquier hombre sensato, Dios, rompió este escándalo con su infinita piedad y misericordia: “Ha aparecido la gracia de Dios que trae la Salvación para todos los hombres: un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado”.

Nos sucede como a Pedro que, percibiendo la divinidad de Jesús, le dijo en el ápice de su escándalo: “Señor, tú no me lavarás los pies jamás”. Y la respuesta de Jesús: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo”. Y Pedro,sin entender esta humildad de Jesús asiente y se humilla también él.

Así, se nos pide en esta Noche Santa en que, el Hijo de Dios se abajo hasta nacer de una Mujer, dejarse  envolver en pañales, y acostarse en un pesebre de animales. Nuestra fe rendida, no entiende, pero, se acerca con temor y temblor al Amor de Dios que, por no atemorizarnos con la grandeza de su divinidad, se dejó arropar y besar por una doncella que,también se abajó por fe a amparar a Dios como cualquier niño recién nacido.

No otro “ropón” quiere Jesús de cada uno de nosotros que, nuestra fe que se arrodilla y adora. Sólo ante Dios, el hombre se ha abajado también para, en su humildad, besarse Dios con el hombre: las dos naturalezas, la humana y la divina en un niño, recién nacido.

Este Misterio, todo amor desmedido de Dios, provoca en el centro de nuestra alma una alegría incontenible porque no es otro que el Espíritu Santo, quien la provoca y hace posible: “Os anuncio una gran alegría que lo es para todo el pueblo”, y para el mundo entero. “El Señor, por el gran amor con que nos amó, nos ha visitado de lo alto”, trayendo en su pequeñez toda la gloria de la divinidad.

A los pastores les estaba reservado un premio inaudito por su simplicidad y humildad, porque, la pobreza es la única que puede vibrar con acentos divinos. Y estos, los oyeron los pastores: “Dejando sus rebaños, fueron corriendo a ver…”. Pero, ¡lo que vieron, la señal para reconocer al Mesías, fue un niño envuelto en pañales y como cuna, un pesebre de animales.  

¡Oh, cuántas cosas nos enseña Dios en esta Santa Noche! ¡Queremos acercarnos a Belén despojados de todo menos del mucho amor, la alegría y una fe grande que cree, a pesar de lo que ve! ¡Dios, está muy cerca de nuestro corazón y de nuestra vida y pide que abramos las manos porque Jesús Niño, las quiere llenar hasta rebosar!

¡La gratitud que sentimos, también nos desborda!... ¡Te adoramos Jesús, ven hoy como ayer, porque te esperamos! ¡Qué así sea! ¡Amén! !Amén!