LE PRESENTARON UN SORDO MUDO

Escrito el 04/09/2021
Sor Matilde OP


31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. 

32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. 

33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. 

34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effetá», que quiere decir: «¡Ábrete!» 

35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. 

36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. 

37 Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos. »(Mc. 7,31-37)

 

En las lecturas de hoy domingo, dice Isaías: “¡Sed fuertes, no temáis! ¡He aquí a vuestro Dios! ¡Viene en persona y os salvará!”. Jesús es el que escucha, primeramente, a los que le piden sane a este sordomudo;sigue abierto para desear curarle; y se ponen en acción sus dedos y hasta algo más íntimo: su saliva; y por fin, su Palabra poderosa se pronuncia sobre el sordomudo: “¡Effetá!”... Todo un despliegue de su Persona, en su totalidad. Y es que cuando Dios se acerca a una de sus criaturas necesitadas de Él, implica en su atención, toda su divinidad, que culmina en un “¡Effetá!” = “¡Ábrete!”... ¿Y qué es lo que Jesús ordena con autoridad, que se abra?: Lo más importante, su corazón a la gracia de un conocimiento de Dios, en Jesús, que es puro Amor y Misericordia... Sin esto, ¿cómo el sordomudo se abandonará a una fuerza, aunque muy buena, pero que no conoce?... Y al ver el enfermo el don grande que se le ofrece, entregará toda su voluntada amar a este Médico divino que quiere curarle en la totalidad de su persona... Porque esta tara física ha cargado sobre sí muchas taras morales y psicológicas: El desesperar de poder llegar a ser un día “normal”; el miedo al rechazo de los sanos, que marcan distancia entre él y su salud; la esperanza de sentirse hijo de Dios hasta poder decir: “¡Todo lo ha hecho bien en mí!”...

Todo este mundo del enfermo es muy complejo y nadie, sino Jesús, lo puede desenmarañar: “el que me hizo, que me “descomplique”, porque nadie puede hacerlo sino Él: “Sin mí, no podéis hacer nada”... Y es que esta Palabra de Dios lleva en sí toda una promesa de salud y resurrección…

“¡Effetá!” para cada uno de nosotros, pues Jesús no lo pronunció sólo para el sordomudo. Saltando los espacios y los tiempos nos alcanza a todos: “¡Effetá!”. Que suene este eco una y otra vez en nuestros oídos,para que por fin dejemos de poner “puertas” y quizás, lastimosamente, algún “dique”: “¡Qué se alcen las antiguas compuertas, que va entrar el Rey de la Gloria!”... ¡Mis “antiguas compuertas”!... ¡Los pecados y deslealtades de mi juventud o quizás los actuales!... Todo ha de quedar en la puerta de mi oído bien abierto,para escuchar la Palabra sagrada: “¡Effetá!”, y no sólo mi oído, sino que mi lengua quedará impregnada de “la saliva de Jesús” para que mi boca sólo pueda hablar alabanzas y acciones de gracias a mi Dios, que así quiere restaurarme con su Amor, para que por fin sea todo suyo y una digna Alabanza de su Gloria, con todo el honor y el poder que Dios se merece… Y todo desde una profunda humildad del que sabe que nada tiene y menos merece, pero que en Dios se complace hasta poder oír: “¡Tú eres mi hijo amado, ven a mí!”...