HAZLOS SANTOS EN TU PALABRA

Escrito el 19/05/2021
Sor Matilde OP


Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. 

12 Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. 

13 Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. 

14 Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. 

15 No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. 

16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. 

17 Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. 

18 Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. 

19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. (Jn. 17, 11b-19)

 

Jesús, en su oración sacerdotal, nos mira con infinito amor. Primero a los discípulos y tras ellos a todos nosotros que hemos creído en Él y le seguimos con todo nuestro corazón: “Padre santo, el Único santo, con esta santidad guárdalos a los que me has dado, custodia sus vidas para llevarlos a la unidad”: “que todos sean uno como Tú en mí y yo en Ti... “Guardar y proteger” son acciones del más fuerte hacia el más débil y carente de amparo y acogida. Así estamos nosotros ante Dios. Pero Él nos cubre con su fortaleza y pone en nuestro corazón sus cimientos de unidad y amor que son perennes. Este cambio en nuestra alma nos invade de alegría, la misma alegría de Jesús que tiene feliz junto al Padre...

Repite por dos veces Juan en su Evangelio: “guárdalos en tu Nombre, yo los guardaba en tu Nombre”... El Nombre de Dios es Santo, el Nombre de Dios es unidad, es tres Personas y un solo Dios verdadero: la misma esencia, la misma divinidad, el mismo Amor que corre de una Persona a otra, sin sufrir mezcla ni división... Todo en la eternidad y sin que intervenga el tiempo: ahora y después... Pues en esta eternidad,inabarcable e impensable, pide Jesús al Padre que seamos introducidos y anegados, “guardados”: éste es su Nombre… ¿Quién se atrevería a hablar de estas cosas si el Hombre Jesús, Dios y Hombre verdadero, no hubiera querido revelárnoslas?... Pero Jesús nos ha acercado el cielo con su Encarnación y nos lo ha dado desear, no para comprenderlo sino para añorarlo como nuestro final feliz, después de esta andadura en la tierra.

Mas el mundo y el príncipe de este mundo no tienen estas ansias de la Palabra de Jesús y al que la tiene, ellos lo odian y lo persiguen en su cuerpo. Porque en su alma, no llegan a rozarle si él no quiere sentir sus “arañazos”... Vivir en el mundo no es opcional, como tampoco lo fue para Jesús. “Vivir en el mundo, pero no ser del mundo”, porque es al Maligno a quién se le ha dado poder sobre él, debido al pecado del hombre que siempre le está acechando para tomarle para sí...

¡Pero no tengamos miedo, porque la oración de Jesús al Padre, en la última hora de su entrega por amor, noslibra de toda tentación y pecado porque: “el que se une a uno, se hace un espíritu con él”!  Y nosotros, en nuestra decisión libre, hemos optado por unirnos a Jesús y dejar que sea Él el que nos lleve y nos traiga, ¡según su Voluntad Santísima...! ¡No pongamos reparo en entregarnos a Jesús todo entero!... ¡Son las mejores manos en las que podemos caer y abandonarnos!... 

¡Confiemos, confiemos y seamos felices, cerrando los ojos y esperando sólo en Él su salvación!... ¡Amén, Amén!...