PAZ A VOSOTROS, RECIBID EL ESPÍRITU SANTO

Escrito el 10/04/2021
Sor Matilde OP


19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: « La paz con vosotros. » 

20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 

21 Jesús les dijo otra vez: « La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío. » 

22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: « Recibid el Espíritu Santo. 

23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. » 

24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: « Hemos visto al Señor. » 

25 Pero él les contestó: « Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré. » 

26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: « La paz con vosotros. » 

27 Luego dice a Tomás: « Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. » 

28 Tomás le contestó: « Señor mío y Dios mío. » 

29 Dícele Jesús: « Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído. » 

30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 

31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. (Jn. 20, 19-31)

 

De nuevo es el Día del Señor y todos están “bien encerrados” y fuera oscuro, porque a pesar de los signos que Jesús les ha dado de que está resucitado y vive, su torpeza y su “miedo a los judíos” les impide creer…Y mientras oran como pueden… ¡Y de repente, “entró Jesús y se puso en medio de ellos” y les dice!: “¡Paz a vosotros!”. Este es el saludo del Resucitado y aquí se lo repite por tres veces. Y es que sabe Jesús que sus íntimos necesitan “su Paz” porque todavía están conturbados por todos los acontecimientos pasados…

¿Y qué más podía hacer Jesús para aumentar su fe?… Pues sí, hace algo tan inesperado como es “enseñarles sus manos y el costado”. Éstas son las marcas indelebles de su humanidad y también los sellos de su amor por ellos y por todos los hombres. Estas son, asimismo, las señales y las heridas de todos los seguidores de Jesús. Estas nos acreditan como discípulos del Resucitado ante Dios nuestro Padre… Pues ¿quién no ha pasado en su vida por penas, enfermedades, angustias y sufrimientos, de parte de los hombres, de sí mismo o de la vida misma?. Pero todo este bagaje no es nuestro, aunque lo tengamos que portar en nuestro cuerpo y nuestra alma. Estas heridas son “las heridas de Jesús”, con tal que se las entreguemos con amor y por amor… En ellas estamos salvados, al igual que Jesús se presentó ante el Padre, con el amor de su cuerpo triturado y el Padre lo acogió como ofrenda sagrada y se conmovió su Corazón de Amor a su Hijo y a sus hermanos, a toda la humanidad…

“Y sopló sobre ellos: recibid el Espíritu que perdona” y no tiene en cuenta nuestros pecados, porque van rodeados de arrepentimiento y deseos grandes de agradar a Dios y de que no exista más el pecado y por tanto la muerte, su consecuencia…

Y cita el Evangelio en este encuentro con el Resucitado, que hubo un discípulo “Tomás, que no estaba con ellos cuando vino Jesús” Y los otros compañeros le avasallaban a entusiasmo y a una fe cumplida y segura de que Jesús estaba vivo. Su incredulidad y autosuficiencia le hace rechazar esta oferta de gracia que le ofrecen, no de primera mano. Y se declara recalcitrante, exigiendo a Jesús “signos” muy fuertes para creer.Y el Corazón de Jesús aceptó el reto y usó con Tomás de gran misericordia y perdón: ¡le dio todo lo que pedía y más! Y el apóstol cayó rendido con su soberbia a los pies de Jesús y mostrando una humildad ydocilidad que es pura gracia, también para todos nosotros, que a veces no somos como niños en la fe y no nos fiamos de los hermanos que nos aman… Y somos un poco, o un mucho, insolentes con Jesús… Así, Él nos tendrá que decir un día: “dichosos los que sin ver creen”…

¡Qué Jesús tenga piedad de nosotros y con su gracia rompa los diques de nuestras infantiles y pobres seguridades!… ¡Qué así sea!…