Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
HAN SIDO LOS RATONES
Se acercó a mí con cara de necesitar desahogarse y me lo resumió en una sola frase:
“¡Los ratones se han comido todas mis alegrías!”.
Me entró la risa, porque la exclamación le salió de primera, pero comprendía bien a qué se refería. Y es que ella, sin mirar mucho por su edad, cuida en el jardín una capillita de la Virgen: la llena de plantas, de flores, la mantiene siempre bien barrida; y no solo eso, sino que cada día acude allí a su Madre, María… ¡cuántas confidencias entre ella y la Virgen habrán escuchado esas plantas!
Pues resulta que una de las plantas que mejor se dan son “las alegrías”. Pero esta vez… los ratones habían hecho de las suyas, y cada día que iba lo tenía más estragado.
Ella, lejos de cansarse, ha plantado nuevos brotes, y sé bien que no dejará a la Virgen sin alegrías. Pero a mí me llevó a la oración, a preguntarme en mi interior: “¿qué ratones se comen mis alegrías?”.
Y es que el Señor nos quiere felices, muy felices: ¡hemos sido redimidos por Él, ya somos para el cielo! Él nos lo ha dado todo, nos ha regalado ser hijos de Dios, y le encantaría que lo experimentáramos, que nos supiéramos hijos muy amados. Porque eso cambia todo en la vida. Así, nuestra existencia —aunque en esta tierra no esté exenta de dificultades— sería una alegría: nuestra alegría puesta, como esos tiestos, a los pies de la Virgen y del Señor.
Muchas veces acudimos a ellos a presentarles múltiples necesidades, agobios, debilidades… y esto es muy bueno. Pero todo lo que dejemos en manos de María, Ella se ocupa de dárselo a su Hijo, para que Él nos lo devuelva resucitado. Ellos quieren devolvernos la alegría de vivir la vida tan bonita que estamos llamados a sembrar.
Hoy el reto del amor es sembrar alegrías en mi día. Siempre tendremos buenos motivos para estar agradecidos. Que hoy el Señor nos regale vivir de Él, desde la alegría.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!