Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
NUESTRO PAN DE CADA DÍA
Uno de mis nuevos oficios es el de “panadera”. Dicho así, parece que me levanto a las cinco de la mañana para amasar el pan y cocerlo... gracias a Dios, es mucho más sencillo; se trata de pan ya precocido y congelado. Mi labor consiste en calcular aproximadamente el pan que consumiremos, descongelar la cantidad adecuada y, luego, hornearlo.
Es complejo hacer el cálculo, porque no todos los días se consume la misma cantidad; depende de varios factores. Sin embargo, tampoco puedes quedarte justo, porque entonces, seguro, faltará...
Tenemos un arcón lleno de pan, pero solo el que saco y horneo se puede comer. Lo demás simplemente está almacenado.
Esto me recuerda a nuestro corazón. Siempre estamos llenos de buenos deseos, de ganas de amar al Señor y a los demás, de grandes ideas por realizar, de enormes talentos en potencia... El Señor los ha puesto en nosotros; es un regalo. Pero, al igual que con el pan, es necesario descongelarlos, hornearlos y tenerlos listos para servir cada día.
Tenemos mucho para dar en nuestro interior, pero también en esto necesitamos aprender a elegir. No podemos consumir todo el pan del arcón en un solo día; tendríamos que acabar dándoselo a los pájaros. Así también, cada día se nos presenta una elección: recordar cuál es nuestra prioridad y, desde ahí, “hornear” todo lo necesario.
A veces confundo cuál es la prioridad, pensando que son las cosas que tengo que hacer. Sin embargo, el Señor se ocupa siempre de recordarme que la única prioridad es Él: vivir de Él y buscar vivir desde el Amor. Porque lo que tenemos por prioridad es la masa de la que está hecho nuestro pan, el que después hornearemos y repartiremos en este día. Él es “la masa” que verdaderamente alimenta, y con Él, todo lo que hagamos estará lleno de Su huella.
Hoy, el reto del amor es redescubrir mi prioridad. Que hoy sirvas tu pan, hecho con la masa del Señor.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!