Hola, buenos días, hoy Leti nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
GRIETAS
Llevábamos un tiempo viendo humedad en la tapia del monasterio, pero solo en una zona concreta. Ese lugar, en particular, está pegado a un pabellón deportivo y, cuando llueve, los canalones recogen el agua y la conducen hacia un punto de desagüe. Sin embargo, empezamos a notar que el agua rebosaba por la tapia.
Desde abajo no se veía nada, había que subirse para comprobar si estaba obstruido o roto. Ahora que hemos podido acceder, nos hemos dado cuenta de que los canalones están agrietados y rotos, y por ahí se escapa el agua.
Volviendo de la huerta al convento, paseando, miraba al cielo y comencé a orar. Daba gracias al Señor por haber encauzado mi vida hacia el bien, hacia Él. Le agradecía haber entregado Su vida por mí y Su resurrección, porque gracias a ese don ahora tengo un cauce por el que caminar. Eso es precisamente lo que Cristo nos regala con Su muerte y resurrección: que nuestra vida tenga sentido.
Cuando hay grietas en el corazón y dejamos que el rencor, la amargura, la ira, la envidia, los celos, el resentimiento, la soberbia, el egoísmo… habiten en él, lo que hacemos es permitir que la gracia de Cristo se desborde y se pierda.
Jesús nos enseña a elegir el bien y rechazar el mal. Si dejamos que el mal entre en nuestra vida, al primero que hiere es a nosotros mismos, y después a quienes nos rodean. El mal tiene un poder destructivo muy fuerte, por eso es necesario cerrarle siempre la puerta. Hemos de rechazarlo y optar decididamente por el bien.
Este es el camino que Cristo nos ofrece cada día, y quiere hacerlo vida en nosotros si le acogemos de corazón. Porque Jesús desea tu felicidad, y te da todos los medios para alcanzarla.
Hoy, el reto del amor es rechazar el mal y escoger el bien. Opta por el camino del Amor.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!