Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿EL COLOR?
Tan solo me faltaba echar unas gotas de lejía. Lo hice sin cuidado y me salpicó la ropa. Unas gotas salpicaron mi sudadera azul, y pronto las mangas aparecieron con motas de color rosa.
Sí, pensé: “Cuidado con la lejía”. Pero no lo tuve; y de todos es sabido los estragos que puede hacer en su estado puro.
Cuando algo se mancha con lejía, decimos que ha estropeado la ropa. Sin embargo, ¿te has parado a pensar qué ha pasado en realidad? La lejía no destiñe: rompe las moléculas del color, haciéndolo desaparecer.
¿Qué pasó con el color? ¿La lejía destiñe? El color depende de las moléculas del tinte; la lejía las rompe y ya no pueden reflejar la luz igual.
Todos tenemos color; tenemos “moléculas” de colores diferentes que hacen de cada uno de nosotros alguien especial.
La lejía rompe lo que atrapa los colores de la luz, haciendo que lo que toque palidezca o amarillee.
También en la vida nos cae lejía: dificultades, pensamientos o circunstancias que apagan nuestro color. Sientes que pierdes el color que te caracteriza.
Pero el color en nosotros se puede recuperar: es cuestión de recuperar esas moléculas, de volver a reflejar la luz y el color. En Cristo no nos determina ni nos deja así. Porque el color nos viene de reconocer Su presencia en nuestras vidas, de descubrir Su amor en lo más pequeño. ¡Cuánto se nos regala cada día!
¿Sientes tu color apagado? No te centres en ello. Mira a Cristo, vive en acción de gracias. Siempre hay algo que agradecer; siempre se hace presente de alguna manera. Dar gracias es la manera de combatir los efectos de la lejía en nuestra vida: poner tu corazón en ello. Gracias por esta comida, por los que la han preparado, por poder leer, por esta persona, por…
Prueba con este remedio casero que ensancha el corazón. Te ayudará a recuperar la alegría al descubrir que, aunque hay dificultades, también hay muchas bendiciones y dones en tu vida; solo tienes que decidir en qué fijarte.
Hoy el reto del amor es que recuperes el color desde el amor de Cristo. Da gracias al Señor y a las personas que te atiendan o te ayuden en algo: el conductor, médico, profesor, tendero…
Haz de la acción de gracias tu estilo de pensar y vivir, y serás consciente de que, continuamente, todo un Dios llena tu vida de color.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!