Hola, buenos días, hoy Leti nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
CONVERSIÓN
En el presbiterio de la Iglesia hay una alfombra grande que suelen cambiar dependiendo de las fiestas. Ahora es verde, porque es tiempo ordinario.
Desde hace unos días hay una mancha. No es muy grande, pero es curioso que, cuando miro, la vista se me va a la mancha. La alfombra es muy grande y la mancha pequeña, pero siempre que miro veo la mancha, o mejor dicho, me fijo en ella.
En la oración le preguntaba al Señor qué poder hacer cuando en nuestras vidas tenemos manchas, porque la Iglesia y la Palabra de Dios nos hablan muchas veces de conversión. Y convertirse es querer ser cada día un poco mejores: es rechazar el mal y adherirse al bien. Pero para quitar una mancha necesitamos tres cosas:
1. Querer quitarla.
2. Sabiduría para saber cómo quitarla.
3. Actuar para quitarla.
Sabemos que sola no va a desaparecer.
Este es el camino que Cristo nos regala de conversión cada día, pero nos pide que nosotros lo queramos. Es verdad que, de golpe, no van a desaparecer de nuestra vida muchas cosas, pero si cada día luchamos por algo sencillo, llegará un momento en que sí se limpia.
Cristo nunca te va a pedir imposibles. Te pide que quieras, para luego darte Su sabiduría: sabiduría para luchar, para saber qué te ocurre, qué te quita la paz… Y enseguida te regala Su fuerza y Su gracia para actuar y, con Él, poder con ello.
Todo te lo va a dar Cristo, pero te necesita a ti, tu voluntad, para poder ser cada día mejores y así, poco a poco, ir teniendo los sentimientos de Cristo. Porque el camino de conversión diaria nos va a llevar a ser otros Cristos: que ya no seamos nosotros, sino Cristo quien vive en nosotros. Es un camino de paso corto pero constante, y así, cuando te quieras dar cuenta, habrás caminado mucho.
Hoy el reto del amor es pedirle al Señor ser hoy un poco mejor, rechazando el mal y acogiendo el bien.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!