Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿MÁS?
Pese a que era domingo, se me juntó todo lo que normalmente no coincide: poner lavadoras, fregar el desayuno, preparar la Eucaristía, cambiar las bombonas de las estufas…
Tenía otros planes, pero en lugar de razonarlo, me dediqué a hacer una cosa detrás de otra.
Y no solo salió todo, sino que me dio tiempo a hacer otras cosas que fueron surgiendo, como arreglar un poco el jardín y estar un rato más en la capilla con el Señor.
Parece contradictorio, pero muchas veces, cuando tenemos poco tiempo y mucho que hacer, llegamos a más.
Otros días, con apenas un par de tareas… no llegamos a nada.
En cambio, cuando hay mucho, vamos a lo esencial, e incluso nos abrimos más a los demás.
Como no podemos solos, pedimos ayuda, y nos volvemos más acogedores.
No se trata de llenar el día de cosas, sino de vivir con entrega lo que el Señor va poniendo.
Si nos dejamos llevar por lo que Él nos pide —aunque cueste salir de uno mismo— llegamos a más de lo que imaginamos… y con gozo y Vida.
Todo depende del motor que nos mueve.
Si es Cristo, vivimos desde una entrega serena: todo, hasta lo más pequeño o lo que se sale de nuestros planes, se vuelve misión, ocasión para poner amor.
El centro de todo está en la oración.
Si no te da tiempo a parar y orar, poniéndose en el centro la actividad… perdemos el centro y nos inquietamos.
Pero si oras, si te llenas de Él, Él te da el ritmo de la entrega, te despierta el corazón, y hasta te multiplica el tiempo.
Verás cómo, si lo haces desde Él, todo se multiplica… incluso el tiempo, y terminarás el día con el gozo de haber vivido para Él, siendo sus manos y su corazón.
Hoy el reto del amor es acoger lo que el Señor ponga en tu camino —por pequeño que sea—; también a las personas que te ponga desde la entrega y el amor. Deja que Cristo cambie tus planes y multiplique tu tiempo.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!