Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 

¡¡GRATIS!!

Hace unos días nos trajeron dos nuevos pececillos para nuestro acuario. Con ese colorido que tienen, cada vez que pasamos por allí es inevitable detenerse por un instante a mirarlos. 

Cuando llega la hora de echarles la comida, todos suben hacia la superficie buscando la comida que saben que les vendrá del cielo. 

Sin embargo, los nuevos parece que no se daban cuenta y se pasaban el rato rebuscando entre las piedras sin encontrar nada. Pienso que en la tienda les darían otro tipo de comida que depositaban en el suelo…  y, claro, no había forma de que se dieran cuenta de que la comida les vendría del cielo.  

Al día siguiente parece que uno de ellos ya se percató, pero el otro no había manera. Así que, pensando qué podía hacer para que no se me muriese de hambre, decidí meter dentro de la pecera una red e introducirlo a este en la misma, para que así, por un lado me aseguraba de que ningún otro se comía sus bolitas, y, por otro lado, antes o después se pudiese dar cuenta de que la comida le viene del cielo. 

¡Funcionó! Y una vez que ya ha comido, ya ha aprendido de dónde le viene su alimento, así que con las mismas le volví a sacar de la red para que pudiese moverse tranquilo.  

Me hizo gracia aquello de que tenían que aprender que su alimento les viene del cielo. Pues del mismo modo nos sucede a nosotros: todo es Gracia, todo lo que somos es pura gratuidad del Amor del Señor. Como dice san Pablo: “¿Tienes algo que no hayas recibido?” (1 Co 4, 7).

Y es que es cierto, lo que pasa es que nos ocurre como al pez, que muchas veces no nos damos cuenta de dónde nos viene el verdadero Alimento que nos da Vida. Pero como el Señor no quiere dejarnos sin el Alimento del cielo, Él mismo se vale de las circunstancias que la vida nos va poniendo para conducirnos hacia sí, para mostrarnos Su Amor y Su Gratuidad con nosotros. “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2, 14).

Hoy el reto del amor es vivir el día con un corazón agradecido. Pídele al Señor unos ojos nuevos para poder ir descubriendo al menos 3 cosas que tengas la certeza en el corazón de haber recibido “del Cielo”. 

VIVE DE CRISTO

¡Feliz día!