Día 9

PARA SIEMPRE

 

Hay quien asegura que los comienzos siempre son difíciles y las despedidas siempre son tristes, así que lo mejor es disfrutar del camino... Había muchas personas que habían compartido, incluso literalmente, el camino de Domingo. Al llegar el momento de decirle adiós, aquellos frailes, hombres recios y valientes... no podían disimular las lágrimas.

 

Quien ama, quiere poder permanecer siempre junto a las personas que quiere. El Señor se despidió de los apóstoles prometiéndoles: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.

 

Y Domingo, más preocupado por sus hijos que por sí mismo, queriendo consolarles, se despidió también con una promesa llena de esperanza: “Os seré más útil desde el Cielo”.

 

Ese es el deseo más profundo que existe en el corazón humano: que el amor dure para siempre. Que no haya oscuridad capaz de poner punto y final a su historia. Y, desde que Cristo resucitó, la muerte ya no es un callejón sin salida. ¡La muerte es solo un comienzo!

 

Han pasado los años, y hoy podemos proclamar que no caminamos solos. Avanzamos confiados, pues no somos huérfanos... ¡estamos bien cuidados y protegidos desde el Cielo!

 

 

Oración

Hoy, Señor, hemos llegado al final de esta novena. Padre Sto. Domingo, nuestro corazón de hijos rebosa de gozo, pues, lejos de dejarnos desamparados, al marcharte nos dejas una promesa de vida: “Os seré más favorable y más útil desde el Cielo”. ¿Qué más consolador que estas palabras salidas de tu boca en ese momento tan solemne para ti de despedida? Cumple, oh Padre, lo que prometiste y condúcenos felizmente hasta la Vida, al Paraíso, donde se comparte la mesa en el Banquete del Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.