Es la primera etapa que nos regala nuestra Madre Iglesia. Tiene lugar antes de entrar en el Monasterio, y dura entre uno y dos años. Se trata de un tiempo de mutuo conocimiento, de crecer poco a poco en la relación con el Señor, y es un tiempo de discernimiento para descubrir la vocación y el lugar al que te llama el Señor. Este camino de discernimiento será siempre desde el gozo y la paz. Caminas de la mano de la Madre Maestra, junto a las hermanas del Noviciado, y en comunión con toda la Comunidad a través de llamadas, visitas... En caso de que se vea una semilla de vocación y que la persona responda “sí”, entonces el aspirantado culmina en la experiencia dentro del Monasterio.
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