Aunque de primeras esa palabra puede sonar un poco mal, lo cierto es que tiene varios significados, ¡¡¡y todos preciosos!!! ¡Vamos a descubrirlos!
Según algunos autores, “celda” proviene del latín “coelum”, que significa cielo. Así pues, la celda está llamada a ser un anticipo del paraíso, nuestro cielo en la tierra, donde Dios baja a pasear con nosotros “a la hora de la brisa”…
Para otros, esta palabra proviene… ¡¡¡de las celdas de las colmenas de las abejas!!! Desde esta perspectiva, la celda hace referencia a la comunidad, que, como la colmena, vive unida, trabaja unida, ayudándose y cuidando unos de otros, para ofrecer a todos con su testimonio la dulzura del amor del Señor como si fuese la miel de estas peculiares abejas: “Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos” (Sal 133).
También hay estudiosos que señalan que “celda” podría derivar de “celare”, palabra latina que significa esconderse, huir de las miradas curiosas, lugar secreto (y es el sentido que hemos visto al hablar de la “celda interior”).
Sea como sea, el significado profundo de “estar en la celda” es permanecer en la intimidad con el Señor, para conocerle y, desde Él, conocerse a uno mismo, y, con Él, amar a los demás. Así pues, nada más erróneo que traducir “celda” como “dormitorio”, pues la celda, más que una habitación para dormir, es un lugar en el que Dios te despierta, te abre los ojos. Por eso, en la tradición siria, a los monjes, como a los ángeles, se les ha llamado “los despiertos”.
Tras profundizar en todos estos sentidos, solo me queda desearte que también tu celda interior sea un anticipo del paraíso, ¡¡¡donde disfrutes de la dulzura del Señor!!!
VIVE DE CRISTO