Este periodo se inicia con la Toma de Hábito: se viste a la postulante con el hábito, se le pone el velo blanco y tiene lugar el cambio de nombre. Ahora ya forma parte de la Orden (de ahí el nombre; "novicio" significa "nuevo"). Esta etapa dura dos años y la novicia debe, ante todo, profundizar en su amistad con Cristo porque, sin esta amistad, nunca será capaz de asumir y mantener las promesas de entrega a Él y desear crecer en el conocimiento del carisma que está llamada a vivir. Es el periodo de la verdadera iniciación religiosa.
El edificio espiritual no se puede construir sin cimientos humanos; por ello, las novicias deben perfeccionar las cualidades naturales y la educación civil, y desarrollar su personalidad, sintiéndose verdaderamente responsables de su crecimiento humano, cristiano y carismático.